En esta nota, les contamos la historia de los hermanos Rimola, ambos calabreses, quienes dejaron atrás su vida en Italia para embarcarse en un viaje largo y cumplir un sueño en Guatemala.
Durante la época entre 1873 y 1885, del presidente de Guatemala Justo Rufino Barrios, comenzó la primera migración de italianos a países de América. Llegaron varias familias procedentes de distintas partes de Italia, en especial de Calabria. Entre ellos los hermanos Carmine y Francesco, hijos de Rocco Rimola y Caterina Rubini.
Carmine Rimola
Nace en 1866 en Castrovillari, provincia de Cosenza, Calabria. Carmine Rímola era carpintero. Llega por primera vez con su familia en 1898 a la ciudad de Quetzaltenango, ubicada en un montañoso valle, conocida también por su nombre “Xela”. En 1902, un fuerte terremoto y a los pocos meses una erupción del volcán Santa María deja devastada la ciudad. Debido a las difíciles circunstancias se dio la creación de un comité de obras públicas para la reconstrucción de edificios en esa localidad.
Dado a su alto conocimiento y experiencia en la construcción, este calabrés, reconstruye el edificio del primer Banco privado de Occidente al estilo neoclásico. Con sorprendente talento, en poco tiempo, se convierte en arquitecto de varias obras importantes de construcción y arquitectura. Su aporte no solamente se limitó a la arquitectura sino también llego a ser el Presidente de la Sociedad Italiana de Beneficencia (1920-1928).
Francesco Rimola
Nace en 1884 en la misma provincia, Francesco, el hermano menor, casado con dos hijos. Decide dejar su pueblo natal a causa de la difícil situación que afrontaba Europa y emprende la travesía en alta mar hacia América. Llega a Xela en 1911, y junto a su hermano Carmine forman la empresa constructora “Hermanos Rimola Rubini” en honor al apellido de los padres.
Pronto, esa unión les brinda el éxito en varias construcciones. Entre estas: “El Instituto Normal para Varones INVO” (1907-1914) con fachada en estilo corintio; “El monumento al León”(1910); y diversas obras más que hoy son un patrimonio nacional de esa ciudad. Años después, decide separarse y abre su propia fabrica de Fideos y Pastas reconocida con el nombre de “Rimobel”. Empresa que rápidamente creció por su excelentísimo producto de calidad. Francesco no pudo volver a Italia, conoció una linda joven quetzalteca, se casaron y tuvieron tres hijos.
Después de su muerte, dejó la empresa a cargo de su hijo, Carlos Rimola. Carlos conociendo de la existencia de sus hermanos en Italia, decide hacer un viaje sorpresa en busca de ellos para conocerlos pero no tiene éxito. No se encontraban en casa, estaban de vacaciones en otra provincia y lastimosamente no pudieron contactarlos. Sin embargo años después uno de los bisnietos, si pudo cumplir con ese cometido, como lo dice el refrán la “sangre llama”. El reencuentro fue verdaderamente emotivo. Hubo lágrimas de felicidad, abrazos, sonrisas, sentimientos, y mucho más que hicieron que dos familias conectaran nuevamente su lazo familiar.
Francesco y Carmine mueren en Guatemala. Dejando un legado de obras de arquitectura majestuosas, pero también una gran descendencia así como costumbres y tradiciones familiares que perduraran por generaciones.
Foto de portada por: Harry Díaz is licensed under CC BY-NC 2.0
